domingo, 25 de enero de 2009

Paisaje nocturno

Me gusta salir después de la cena a la terraza: En la oscuridad, detrás de mí, oigo a los monjes ensayando con los instrumentos rituales: trompetas, platillos, bombos. Delante, en alguna de las aldeas que hay a mis pies, una trompeta y un tambor tocan música festiva. Ladran los perros. El brillo de las luces naranjas y blancas de las casas, repartidas por el valle y las laderas de las colinas (se alternan las de la franja más próxima al monasterio y las que están más lejos, dependiendo de los cortes de luz), compiten con el de las estrellas en el cielo (¡y ganan por goleada!). Los niños deben de estar durmiendo, porque no se oyen sus voces ni sus risas. También los monjes niños: hace ya media hora que ha terminado el ritual de la noche. Los empleados de las oficinas del monasterio que viven en la planta baja hacen la colada.

5 comentarios:

  1. Has pintado un maravilloso cuadro

    cuyos colores palpo,cuyas emociones

    me son tan afines..................

    ..................gracias y besos

    Pena que monjes y religiones

    no llevan lejos!

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  2. Puede que nunca tenga la oportunidad de visitar Nepal, pero después de leer tus palabras si cierro los ojos ya me siento un poquito más cerca.

    Gracias por mantenernos informados. Tu nuevo blog es todo un placer para los sentidos.

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  3. transmites paz en el ambiente y de tu espíritu

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  4. ¡Dichosos los ojos que te ven, Berna!

    Hoy, una vez más, he pensado saludarte y saber qué es de ti, pero en esta ocasión he dedicado un ratillo a rastrear Internet en tu busca... y me he llevado toda un alegría al ver que estás mucho más cerca de tu camino de felicidad que la última vez que coincidimos, hace ya unos cuantos años.

    Yo sigo posponiendo muchas cosas, sé que hay aspectos en que me estoy engañando a mí mismo, y en otros no soy capaz de soltarme de algunos compromisos. Y, sin embargo, también estoy mucho más cerca de mi camino de felicidad, soy mucho más consciente de qué me sobra y he dejado atrás mucho lastre. Voy mucho más ligero por la vida, y planeo soltar unos cuantos trastos más. Poco a poco.

    Hoy mi intención era desearte un feliz 4707. Ahora, me he quedado con la duda de si será apropiado, si lo celebrarás... en todo caso, vayan mis mejores deseos para ti, acompañados por la sonrisa de felicidad que ha iluminado mi cara al leer tus textos.

    Besos,

    Xabier Armendaritz

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  5. Gracias por dejar que respire un poquito el aire de Katmandú, por dejarme ver esas luces alternas y escuchar el ensayo de los monjes.
    Qué bien leerte lejos y cerca, master.
    Un beso granadino,
    Gloria

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