La princesa, acostumbrada a las embestidas de placer que le proporcionaba su amante, el dragón, apenas sintió nada mientras el caballero ejecutaba con torpeza su pretendida violación.
Insatisfecha, y falta del cariño con que su amante alado adornaba sus noches, la princesa entretiene sus cuatro años de gestación envenenando poco a poco al impotente mortal que la mantiene encerrada. Algunas mañanas, entre arcadas, siente ya pequeños coletazos en el vientre.
domingo, 30 de mayo de 2010
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la vida se desarrolla en el espacio interior de cada uno: en el caso de la princesa, ¡por partida doble!
ResponderEliminarVamos, ¡este Jesús es la alegría de la huerta!
ResponderEliminarbellísima construcción...felicitaciones...te sigo
ResponderEliminarun beso....Patry
Y es que nunca nos preguntan si queremos en verdad ser rescatados. Nos rescatan y punto.
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