sábado, 14 de febrero de 2009
Fotos, por fin
(Por si no habéis mirado a la derecha, en los enlaces. De momento, una serie sobre el monasterio de Pullahari y otra sobre Bhaktapur.)
miércoles, 11 de febrero de 2009
Perro que llora en Bhaktapur
Perro negro
sobre sus cuatro patas,
la cara vuelta hacia el muro.
Inmóvil
(sólo ese temblor, casi imperceptible,
en las costillas).
Parece que está llorando
en silencio.
sobre sus cuatro patas,
la cara vuelta hacia el muro.
Inmóvil
(sólo ese temblor, casi imperceptible,
en las costillas).
Parece que está llorando
en silencio.
martes, 10 de febrero de 2009
En Bhaktapur
domingo, 8 de febrero de 2009
Ángel diciendo obviedades
Vino un ángel y me dijo:
«Estás muriéndote de sueño pero no puedes dormir.»
La noche es fresca: huele a árboles oscuros
(la luna no ha salido aún).
«Hace frío pero, envuelta en la manta,
sientes el calor de tu propio cuerpo
—me dijo el ángel—.
Nada va bien,
pero todo está bien.
Todo está bien.»
«Estás muriéndote de sueño pero no puedes dormir.»
La noche es fresca: huele a árboles oscuros
(la luna no ha salido aún).
«Hace frío pero, envuelta en la manta,
sientes el calor de tu propio cuerpo
—me dijo el ángel—.
Nada va bien,
pero todo está bien.
Todo está bien.»
martes, 3 de febrero de 2009
Belén Reyes
Una tarde rara (fría, de niebla), una entrada de octubre de un blog al que llegué gracias a Enrique y que hacía meses que no visitaba y, ¡zas!, una poeta me deslumbra.
Con todos vosotros, Belén Reyes:
Con todos vosotros, Belén Reyes:
Debería existir algún seguro
igual que los de vida, o los del coche,
o los de a todo riesgo.
Debería haber:
seguro de que llama,
seguro de que siente,
seguro de que me ama,
seguro de que vuelve.
(¿Sería un poco raro asegurar
sus manos en mi pecho,
sus ojos en mis ojos,
su voz en mi silencio?)
Si Dios es abogado
¡y el mejor!
Si tiene miles de oficinas en el cielo,
no sé cómo no se pone
y cualquier día
se lía a hacer seguros.
¡Fuera el miedo!
El miedo a un siniestro total
si nos chocamos,
el miedo a que se queme nuestro pecho,
el miedo a que nos roben la esperanza,
el miedo a tener miedo.
El miedo a una riada de tristeza,
el miedo a que se muera un sentimiento,
el miedo a que te den un golpe bajo,
el miedo a que te timen con un beso.
(¿Sería un poco raro asegurar
una muerte digna,
un manantial de amor,
una galería de recuerdos?)
Debería haber algún seguro
que cubriera todos estos riesgos.
domingo, 1 de febrero de 2009
Leyendas urbanas
Es mentira que los gallos canten al amanecer: cantan todo el día. Aquí en Katmandú, y también en Ávila y en Asturias y en Valencia.
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